Elaborar vino es nuestra forma de vida. No es una afición ni tampoco un capricho.
Porque vivimos de ello, cada día, los 365 días del año.
No importa si hace calor, llueve o hay niebla. El viñedo no descansa.
La vid es un ser vivo y complejo, evoluciona cada día, hay que cuidarla y también hay que comprenderla.